dimarts, 24 de gener del 2012

«TIEMPOS LÍQUIDOS», DE ZYGMUNT BAUMAN

Tiempos líquidos es un libro de Zygmunt Bauman compuesto por cinco ensayos agrupados con el subtítulo de «Vivir en una época de incertidumbre», cuyo origen, salvo en un caso, no aparece consignado en parte alguna del texto, pese a que cabe sospechar que fueron fruto de encargos diversos. El primero de ellos, «La vida líquida moderna y sus miedos», está lastrado, en mi opinión, por la excesiva proximidad temporal con el 11-S y la guerra de Irak. A fecha de 2012, parece difícil, por ejemplo, mantener que «el envío de soldados a Iraq elevó el miedo a nuevas cotas, y continúa haciéndolo, tanto en Estados Unidos como en otras partes» (p. 17); más bien, yo diría que ha ocurrido todo lo contrario, es decir, que hoy a menos miedo a atentados terroristas que hace diez años (harina de otro costal sería determinar si la invasión tuvo algo que ver o no). Por otra parte, este texto parece escrito pensando sobre todo en los Estados Unidos y, tal vez, en el Reino Unido: por estas latitudes, de momento, llevar «botes de aerosol defensivos y pistolas» (p. 18) para protegerse parece más la excepción que la norma. Pese a todo, en este primer ensayo hay ya momentos brillantes, como, por ejemplo, éste: «Incapaces de aminorar el ritmo vertiginoso del cambio (menos aún de predecir y controlar su dirección), nos centramos en aquello sobre lo que podemos (o creemos que podemos o se nos asegura que podemos influir: tratamos de calcular y minimizar el riesgo de ser nosotros mismos (…) víctimas de los innumerables e indefinibles peligros que nos depara este mundo impenetrable y su futuro incierto. Nos dedicamos a escudriñar “los siete signos del cáncer” o “los cinco síntomas” de la depresión, o a exorcizar los fantasmas de la hipertensión arterial y de los niveles elevados de colesterol, el estrés o la obesidad. Por así decirlo, buscamos blancos sustitutivos hacia los que dirigir nuestro excedente de temores existenciales (…)» (p. 21). Por cierto, que esta idea alcanzará su concreción para mí más excelsa en el último ensayo del libro, un ensayo (una conferencia, en realidad), en mi opinión, magistral, lo mire por donde lo mire.

El segundo texto que compone el libro, «La humanidad en movimiento», comienza con afirmaciones que, para este lector, son poco menos que peticiones de principio, como la de que a la larga el capitalismo está condenado a su ruina («Es la paradoja innata al capitalismo, y a largo plazo, su ruina», p. 43): a la larga, no sé, pero a la corta, de momento, yo diría que no sólo resiste, sino que cada vez le va mejor (y, si no, que le pregunten a Zizek y a su explicación de que la China comunista lo haya abrazado con tal entusiasmo: «¿Qué hacer, entonces, cuando el capitalismo demuestra ser de facto el motor más efectivo de las relaciones sociales? La respuesta es la solución china: admitir francamente que en esta fase de la Historia mundial debemos abrazar plenamente el capitalismo», En defensa de causas perdidas, p. 211 de la traducción española). Sin embargo, desligadas de la función estructural que Bauman pretende darle, las reflexiones sobre los refugiados me han parecido lúcidas y brillantes, de lo mejor del libro. El tercer texto, «El Estado, la democracia y la gestión de los miedos», abunda también en pasajes brillantes y actualiza de la mano de Marshall una de las críticas clásicas de la izquierda al orden liberal-burgués: la diferencia entre la ciudadanía de iure y la ciudadanía de facto. El texto, por otro lado, está escrito con un lenguaje, con unas imágenes, que me parecen más cuidadas que los de los dos ensayos anteriores: ¿señal, tal vez, de que fue concebido para un público distinto? Por otro lado, la reaparición, más o menos solapada, de ciertos temas (¿cómo no relacionar la referencia a las “nuevas clases peligrosas” [pp. 98-102] con las reflexiones sobre los refugiados vertidas en el capítulo anterior?) contribuye a articular el libro para convertirlo en algo más que la suma de sus partes.

El cuarto texto, «Separados pero juntos», cambia de tema aparente (las ciudades), pero también de estrategia retórica, porque, en él, si se afirma una idea, es casi siempre para, a continuación, ponerla en tela de juicio, abordarla desde otra perspectiva y, de ese modo, hacerla progresar: método que para una persona que desarrolló su actividad intelectual durante tantos años al otro lado del telón de acero tampoco tiene nada de particular, pero que me parece otro acierto de Bauman (como, por cierto, me lo parece su voluntad de escribir al margen de todo tipo de jergas). Siguen las páginas brillantes, los diagnósticos acertados y de una actualidad absoluta («Una de las paradojas más desconcertantes surgidas en nuestra época es que la política, en un planeta en creciente globalización, tiende ser, de forma apasionada y consciente, local», p. 118, con el correlato de una producción compulsiva de identidad por parte de los individuos, p. 120). Reaparece, también modulada, una de las ideas esenciales del libro, la de unos tiempos atrapados en un círculo vicioso, en el que las soluciones aparentes a los problemas no hacen, en realidad, sino incrementarlos, y eso en múltiples niveles.

Como he dicho al comienzo, la conferencia con que concluye el libro, «La utopía en la época de la incertidumbre», es, en mi opinión, ejemplar. Quien haya leído las páginas sobre el guardabosque, el jardinero y el cazador difícilmente podrá olvidarlas, como es difícil olvidar ciertos pasajes de Miłosz o de Berlin, de Lévi-Strauss o de Geertz. La pertinencia y lo sabroso de las citas, desde los universales Brodsky o Calvino hasta los “exóticos” Stasiuk o Mrożek, no hace sino dar aún mayor profundidad y resonancia a un escrito modélico, quizá el que yo recomendaría a cualquier lector que no conociera este libro o a este autor.


dijous, 19 de gener del 2012

Tres lectures plaents

Recentment he acabat gairebé alhora la lectura de tres llibres. No, no és que em passe el dia sencer cara a la lletra, és que són molt finets, aquests llibres. Gairebé es poden llegir al vàter! Aquestes lectures quasi Blitzkrieg han substituït (o interromput, va, no siguem radicals) la lectura del Paradiso dantià, que a hores d'ara no puc ni vull continuar. Ho sent, amics medievalistes, aquesta gran merenga teològica cristiana amb que l'Alighieri tanca la seua obra magna em repugna ara mateix. Tants angelets, tanta aigua beneïda i tanta llum divina em semblen més aviat un malson, una broma de mal gust o un enfitós excés psicotròpic. I en un altre moment de la meua vida hi havia vist l'encarnació verbal de la catarsi!

Anem al gra. El primer llibre que us recomane és Allegro ma non troppo, de l'historiador Carlo M. Cipolla. Alguns, si no tots, ja el coneixeu; la primera notícia me la donà fa unes setmanes el Magister, i demostra que amb certes persones el simple fet de compartir una estona cervesera ja és enriquidor. És un llibre brevíssim, com els altres dos, i el formen dos assaigs. El primer és una paròdia molt graciosa del discurs historiogràfic, amb l'excusa del comerç del pebre a l'edat mitjana. El segon és una magnífica teoria universal de l'estupidesa humana, amb postulats i excursos diversos. Es llegeix amb gran plaer i amb més d'una rialla. El llibre, el podreu trobar en pdf per Internet ben fàcilment.

Un altre text escrit amb vocació sarcàstica és El arte de amargarse la vida, de Paul Watzlawick, un destacadíssim membre de l'escola de Palo Alto. Watzlawick fa una repassada irònica a molts dels procediments que emprem les persones per fer-nos més difícil la vida diària, des del catastrofisme a ultrança fins a les sospites sense fonament, etcètera. Està escrit d'una manera una mica confusa, tot s'ha de dir, perquè el costum d'impostar tothora la veu de l'amargat a voltes converteix el text en un innecessàriament incòmode joc d'espills. Però té moments veritablement memorables. El llibret es llegeix en un bufit perquè és molt breu. El podeu trobar per Internet sense gens d'esforç, però la versió impresa de Herder és molt accessible també. El consell, me'l donà el Philosophus Fornicator, que Déu el guard molts anys en salut. A veure si algun dia s'anima a deixar-se caure per ací.

El tercer és un dels volumets en format petit que publica Siruela, per 10 o 11 euros. Es tracta de Nostalgia del absoluto, que recull un cicle de conferències canadenques de George Steiner. Feia temps que no llegia un llibre tan bonic, tan savi i tan ple d'humanitat. Steiner ens hi mostra algunes de les construccions racionals amb què la humanitat europea moderna ha intentat substituir l'antic món ple de màgia i de fe transcendent: la psicoanàlisi de Freud, l'antropologia de Lévi-Strauss, la filosofia política de Marx, les pseudociències i modes "orientaloides" i, és clar, també la ciència natural. El darrer capítol, veritablement extraordinari, el dedica a discutir "quin futur té la veritat?". No us vull donar més detalls per no espatllar-ho, però diré que aquest Steiner ens retorna, una vegada més, el plaer dels textos ben escrits, ben traduïts, el plaer de la lectura intel·ligent i del pensament ponderat, farcit a parts iguals de curiositat i d'equilibri. Una autèntica joia. En la mateixa col·lecció hi ha La idea de Europa, que recorde haver llegit anys enrere en un exemplar del Fornicator i que em va entusiasmar. I també Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento, que tinc i llegiré ben aviat. Un senyor fora de sèrie, sens dubte.

dimarts, 10 de gener del 2012

Relectures decebudes

Recorde que, en acabar la carrera, vaig dedicar un parell de mesos a llegir simultàniament l'Ulisses de Joyce i la Divina comèdia. En aquell moment, la lectura de Dante significà per a mi un revulsiu i un alliberament. La peripècia del gran florentí representava un procés de purificació a través de la pròpia personalitat, des de les foscors més terribles fins en un món de claredat diàfana, on l'amor muove il sol e l'altre stelle. Recorde l'emoció ingènua de llegir com acabaven els suplicis e quindi uscimmo a riveder le stelle. Dues vegades le stelle, que sempre havien fascinat --i continuen fascinant-- la meua mentalitat de consumidor compulsiu de divulgació astronòmica. Acabar aquell monumental patracol m'aportava un nou aire fresc i ganes de ser millor, de fer millor.

Han passat vint anys d'allò, i ara torne a tenir entre mans aquella sublim èpica de l'esperit. En realitat, l'estic rellegint dues vegades, cant rere cant, una en italià i una en català. I ho faig amb una sensació de desil·lusió, de decepció, perquè aquesta obra magna em resulta cada vegada més abstrusa i llunyana, remotíssima. Els savis comentaris del traductor, Joan F. Mira, miren de facilitar la proesa lectora, i tot sovint estan amerats d'un entusiasme encomiable i justíssim. Però no puc evitar la sensació d'alienitat, de distanciament. Aquesta és una de les obres cimeres de tota la literatura, i el traductor insisteix a considerar-la la peça superior i magistral, un unicum en les lletres universals. En canvi, la meua ingenuïtat de la primera lectura ha desaparegut i només hi veig una desficaciada fantasia medieval, feta d'excessos i d'obsessions. Ni tan sols la límpida transparència tallant dels decasíl·labs no m'arriba a commoure. No hauria de ser injust: em vaig tornar a sentir trasbalsat per la història de Francesca da Rimini, i en general em colpeixen més les imatges brutals i quasi oníriques de l'Inferno. Però el saldo global és pobre.

Els clàssics no canvien, canviem nosaltres. A vegades, aquests canvis ens acosten als clàssics, i a voltes ens n'allunyen. Ignore de què depèn això, fora de les circumstàncies biogràfiques de cadascú. Potser he equivocat el moment de la relectura, però em resulta difícil d'esquivar la sospita que cada llibre té una data de caducitat en cadascun dels lectors. Ara mateix, les explicacions sobre mitologia clàssica, teologia cristiana o astronomia postaristotèlica, per exemple, m'ajuden a entendre molts passatges, però en comptes de fer-me'ls més "gaudibles" me'ls fa més llunyans, com quan algú et conta llarguíssimes historietes sobre algú que ni coneixes ni t'importa un pebrot. Sí, els clàssics sempre ens ensenyen coses noves. Però a voltes es tracta de coses que no ens afecten, ni ens aprofiten, ni ens interessen. Torbador, si més no.

dimarts, 3 de gener del 2012

Notes d'ecologia de la ment (6)

Frases per a fugir d'estudi

Determinades respostes, certs inicis de contraargumentació, se solen emprar per "llançar pilotes fora" de manera fal·laç. Aquestes falques fossilitzades han perdut el seu sentit originari i se solen utilitzar molt sovint per tallar qualsevol possibilitat ulterior de discussió. Cal reivindicar-ne ús restringit i en el sentit originari. Alguns exemples:

"Això és relatiu"
Einstein se sentiria horroritzat, segurament, davant aquest ús tan buit de l'adjectiu. La frase no indica "això està relacionat amb allò altre", o "això s'ha d'entendre exclusivament en relació amb allò altre", perquè sol aparèixer sense segon terme. És una manera inepta de dir "no tens raó".

"Això és subjectiu"
Si tota enunciació la fa un subjecte o altre, tot és subjectiu... Se sol emprar per a judicis morals o estètics, tots ells subjectius per definició, amb la intenció de dir: "La teua valoració no em diu res perquè és diferent de la meua, i no pense sotmetre-la a examen ni menys encara a discussió".

"No m'agraden les generalitzacions"
Si no t'agraden les generalitzacions hauràs de romandre en silenci: tot substantiu generalitza classes d'individus. Per descomptat que aquesta resposta es refereix habitualment a generalitzacions sobre grups humans, quan la generalització de l'interlocutor no coincideix amb la nostra. El que cal fer és evitar tota generalització destinada a tractar injustament persones o fets, però seria innoble blasmar les que no coincideixen amb el nostre criteri.

"Això és simplista"
D'alguna manera, tot és simplista, i no sols perquè no arribaríem mai a descriure "la cosa en si", sinó perquè caldria ser catedràtic en tot per a parlar de qualsevol cosa. Un cert grau de simplificació és imprescindible, però no tota simplificació equival a un falsejament o a una falsedat.

"Això és vulgar"
Se sol emprar contra els -ismes esquerrans, però no sols. Quan un reaccionari percep algun raonament marxista, mecànicament l'encasella com a "marxisme vulgar". Tota crítica del paper garantista de la despesa estatal és "keynesianisme vulgar". És bo mantenir-se alerta contra aquest "aristocratisme vulgar".


Principi  de realitat

Enunciació: L'erística és una gimnàstica saludable i necessària, però només una gimnàstica.
Desenvolupament: Els grecs ja ho sabien, i els medievals també. Obligar-se a defensar el propi punt de vista ad absurdum, o a defensar el punt de vista contrari, ens fa conscients de les seues forces i de les seues febleses, i ens ajuda a entendre millor tots el punt de vista. L'erística no sols té una funció detergent, sinó també un aspecte lúdic i una utilitat social. Però es converteix en arma d'injustícia quan s'empra com una manera de blindar a tot preu les conviccions pròpies, i per vèncer els qui les qüestionen. El que importa és saber distingir un ús i l'altre, i no perdre el sentit de la realitat.


Principi d'inconseqüència parcial

Enunciació: La coherència i la incoherència són igualment sanes, en proporcions desiguals.
Desenvolupament: Algú em va dir una vegada que "una certa idea de coherència és indestriable de la nostra concepció mateixa de subjecte". La incoherència amb els principis que hom explicita s'ha d'interpretar gairebé sempre com una traïció possibilista o com un pur engany. Però no sempre. Tots els principis, inclosos els que considerem més nobles i intocables, a partir d'un cert nivell d'inflexibilitat són nocius, un pur tòxic moral. Els límits de la coherència són incerts, i depenen de cada situació i de les maneres d'actuar que s'hi produeixen. Però la indefinició en termes rigorosos no implica la inexistència del límit, tan difús com el que a la platja separa la terra ferma i la mar. La personalitat inflexible, fins i tot si ho és guiant-se per principis nobles, en algun moment arriba a coquetejar amb l'univers del fanàtic i l'autoritari.